miércoles, 28 de enero de 2015

Cuatro bodas y un tutorial


Pequeño manual que ofrece consejos y nociones de protocolo de cara a una boda.

El traje. Vale que ya no es como en los noventa y que en Zara te vistes para una boda por menos de doscientos euros, pero ten en cuenta diversos factores cuando elijas uno. La talla, por ejemplo, con el objetivo de que te sirva para otros  ajuntamientos. Contempla con lupa si en lo sucesivo vas a mantener la línea, si tal vez engordes o si tienes pensado adelgazar. Acude al endocrino, si crees necesario, antes de decidirte al tomar una decisión tan importante.
El color del traje, por supuesto, por ese mismo motivo, que sea neutro para que no pase de moda (ni de boda).

La iglesia. Puedes entrar a la ceremonia sin necesidad de ser católico practicante. No te van a salir sarpullidos por asistir a tan sacra unión en un no menos sacro templo. Haz el favor, hazlo por los novios. SOLIDARÍZATE con ellos y comparte su alegría.
Tampoco estás obligado a entrar, por supuesto, pero si lo haces compórtate. No por nada en especial, sólo porque luego, tal vez, seas la comidilla durante el convite. Que interese más la tuya que la que tienen en el plato.
Incluso puede suponer que los novios no quieran hacerse la foto contigo, con el trauma que eso podría provocarte. Vigila.

Las fotos. Te hace ilusión guardar un recuerdo. Mentalízate de que te vas a hacer la foto, no tengas prisa. Existen tías de los novios que han venido del pueblo y ten por seguro que nada ni nadie se les va interponer en su propósito, ‘vaya a ser que se acabe el carrete y no me lleve yo una foto con mi sobrina’.  Aléjate de estas señoras como de beber San Miguel, por tu integridad (así en general). Mentalízate de nuevo: NO VAS A CONSEGUIR HACERTE LA FOTO ANTES QUE ELLAS.
NOTA: Lo ideal sería hacer como en los puestos de pollos asados: coger número y que un luminoso fuera informando de los turnos. De esta manera habría cero problemas. ¡Siguiente!

El sobre (I). Poca broma con este punto. Lo primero que hay que saber cuando se va de boda es cuánto dinero vas a meter en el famoso sobre. Si vas a título individual no es tan importante, pero si se va con un grupo de amigos es crucial, determinante e incluso te puede acarrear más de un estigma, ya que si luego das menos que no sé quién, a los novios tal vez les moleste. Tal vez no, seguro.
Acordadlo entre vosotros antes, aunque en ocasiones se dispone de un cifra de partida como veremos a continuación.

El sobre (II). ¿Me invitas a tu boda o me la vendes? Para bien o para mal, yo pienso en lo primero, los novios nos orientan en el regalo. Los más atrevidos, reunidos tomando una cocacola con el resto de amigos/invitados semanas antes a las nupcias, suelen soltar, más o menos, un ‘joé, qué caro nos ha salido el cubierto, A 125 EUROS…’. Genial, mensaje recibido; sabes que en el sobre has de poner de 150 euros para arriba, al menos ni que sea para cubrir el cubierto, valga la redundancia a las finas hierbas sobre lecho de patatas laminadas. 
A partir de ese momento se crea un gabinete de crisis entre los amigos para decidir cuánto poner en el sobre, llegar a un consenso, todos lo mismo, tomando como referencia el precio del cubierto. Dudo que los novios se atrevan a decir que TODOS su amigos son unos rácanos.

¿Todo bien? Antes, ahora no estoy del todo seguro, era tradición entre los padres de los novios hacer de correctos anfitriones entre los invitados. Pasearse de mesa en mesa con una pregunta: ¿cómo va, todo bien? Si tienes suerte y te pillan con la boca llena, asientes con la sonrisa que te permite la cantidad de comida que intentas engullir; si no, ¡Oh, pobre de mí, oh invitado!, has de hacer lo que se conoce como EL PARIPÉ. Ingeniártelas para rozar la oda al restaurante donde estéis “de lo rico, jugoso y sabroso que está todo, neulas incluidas, ¡vive Dios!”.

De una boda sale un ciento, o no. Depende. Se necesitan al menos doscientos invitados. O bien 199 si contamos con el cura. Relájate si no se da ninguna de las dos circunstancias.


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